jueves, 4 de enero de 2007

Melomanía (IV)

Their Satanic Majestic


Pocas coronas duran para siempre en el mundo del deporte y de la música y, sin embargo, hay un acuerdo generalizado en dos de ellas: Muhamad Ali (Classius Clay) fue el mejor boxeador de todos los tiempos y los Rolling Stones serán para siempre la mejor banda de rock’n’roll del mundo.

Al igual que Ali, ya hace bastante que los Stones han pegado su último buen derechazo y, en el año en el que la gran dama de la pantomima, Mick Jagger cumple los 62, no es muy probable que ninguna de las canciones de su reciente A Bigger Bang, pulverice a una nueva generación y escandalice a otra de más edad, tal y como hicieron en su esplendor de los 60 y 70, aunque “Sweet Neo Con” haya traído la polémica con ella.

Pero, al igual que Ali, su leyenda todavía lo domina todo. Lo que consiguieron, en un período que duró más o menos unos 20 años, todavía representa el listón al que todos los jóvenes con ambición deben aspirar. Son el estandarte de las bandas de rock’n’roll.

En 1969 los Stones giraron por los EEUU, bajo la denominación de El mejor grupo de rock’n’roll del mundo, y desde entonces nadie ha conseguido arrebatárselo. Fueron pioneros en el camino que lleva, de los ídolos de adolescentes a estrellas de superestadios, justo el que los condujo de paso a las drogas, la muerte y su Satánica Majestad, un camino que ahora parece el cliché del rock’n’roll pero que fue, de hecho, recorrido por primera vez por estas leyendas con arrugas.

Así que, Rolling Stones, os damos las gracias. Sin vuestra maligna influencia y vuestras asombrosas canciones, el rock’n’roll todavía estaría con nosotros y se iría a tiempo a la cama. Cualquiera que haya cogido en algún momento una guitarra, un micro, una batería y un bajo, y se haya atrevido por un momento con ellos, os da las gracias.

Xavier Valiño

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