miércoles, 14 de marzo de 2007

Km 0


Con el paso de los arañazos en la piel, uno se vuelve cada vez más hijoputa, creo que es algo inherente a todos, hacemos todo lo posible por evitarlo, pero la puta vida te lo hace ser. Aunque constantemente coges una servilleta en el bar de turno o un papel en blanco o cuadrículado, en el que escribes una y mil veces tu penúltima declaración de intenciones; a partir de hoy voy a cambiar, a partir de hoy voy a dejar de fumar, a partir de hoy voy ahorrar para independizarme,a partir de hoy voy a cuidarme más, a partir de hoy voy a plantarle cara a mi egoísmo desproporcionado, a mi cerebro limitado a mi falta de madurez, a partir de hoy, a partir de hoy, a partir de hoy…

Pues bien, hoy fue uno de esos días, no me hizó falta ninguna servilleta, ni papel en blanco. Hoy por la mañana, con la conciencia intranquila y la rabia precisa, le declaré la guerra… a la nicotina, fue una batalla cuerpo a cuerpo, intensa, dura y muy breve. A las diez y media de la mañana terminé de fumarme mi último cigarrito, un viaje a oregon a visitar un cliente, pero con mi winston en el bolsillo de la chupa, por si el momento lo requería o flaqueaban mis fuerzas. Eran las doce y media, y la goma de mascar estaba destrozándome la mandíbula, pero resistí sin la nicotina en mi visita por la city. Ingreso del Pescanova en el banco, y…lo jodido fue el regreso a mi prisión, donde lo prohibido por Ley no está prohibido.

Finalmente a la una y media del mediodía mi cuerpo suplicaba clemencia, y desesperadamente buscaba en el bolsillo de la vaquera, el winston. En media hora, hasta la hora del recreo mi cuerpo saboreo ávidamente dos winstons. Perdí la primera batalla, y perderé cientos de ellas, contra la jodida nicotina, pero tranquilos…porque de momento sigo en pie, y en pie de guerra contra la nicotina...mañana será otro día y más de lo mismo.

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