Han pasado ya seis meses, desde que esta aventura comenzo, en la cual me introduje tras la estela de los jodidos El Tropiecista y Anibas. Lo que empezó siendo un recuncho, en el que se iban a cometer robos con premeditación y alevosía de artículos, reseñas o críticas musicales de mis gustos particulares, se ha convertido con el paso de los días, en mi disparadero, en el cual me he iniciado de forma amateur en el oficio de escribiente.
Poco a poco le voy perdiendo el miedo al vacío de un folio en blanco, aunque creo que las aportaciones hasta el momento, no han sido muy brillantes. Para seguir creciendo en este oficio canallesco, si acaso no me he estancado ya, y he alcanzado mi cumbre sin haberme dado cuenta, lo que sigo haciendo, con la frecuencia que me permiten los jodidos individuos que cito líneas más arriba, es mirarme constantemente en sus omb-ligos, aunque reconozco siempre estaré chupando goma…
Y porque En el disparadero...Será porque el primer disco que me compre del hombre que peleó a la contra, fue el Salitre 48, será porque cuando empezó a sonar el tema nº 13 de Salitre 48, sabía que esa canción me iba acompañar el resto de mi vida, por cuantos ciclos tenga que quemar. Será porque cada que vez que la escucho me da buen rollo, porque saca a relucir el detestable cantante que llevo dentro de mí, porque me lleva alegrado miles de días, porque es capaz de llenarme de morriña, porque me ha acompañado en millones de trayectos de corto y largo recorrido en mi TDI, porque me relaja cuando lo necesito...y ciento reviento miles de porqués más.
Creo que mi vida, como la de tantos otros seres mundanos, esta conformada por una banda sonora única y exclusiva, la cual esta marcada por determinadas canciones, y En el disparadero es y será uno de los temas centrales de mi vida.
Y con un pequeño lavado de imagen de En el disparadero…me esfumo hasta el siguiente post.
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