Viernes 8 de junio-1er intento: a las doce y media de la mañana, tras las advertencias de mi compañero de currelo, me dirijo a la comisaría de Oregon dispuesto a denunciar el robo de mi DNI (bueno, lo había perdido, pero a uno le jode pagar tasas al estado). Llegó a la comisaría y noto la sección de expediciones de DNI, muy cambiada respecto a mi última visita en 2005 para la renovación del mismo. Esta vez me encuentro que se encuentran habilitadas 12 mesas, un marcador electronico indicando el nº de turno, pero bueno, ese mismo marcador me informa de que Información se encuentra en la mesa nº 13. Me dirijo hacia esa mesa, pero mi sorpresa es que esa mesa estaba vacía (supongo que el/la funcionario/a de turno estaría realizando en ese momento la compra de víveres para el largo fin de semana que teníamos por delante). Agradezco desde aquí la amabilidad de la funcionaria de la mesa nº 12, que amablemente me invitó a visitar la comisaría de nuevo el siguiente lunes a las nueve de la mañana.
Lunes 11 de junio-2º intento: me levantó temprano, dispuesto por fin a recuperar mi identidad. Llego a Oregon temprano, pero la mala suerte hace que no encuentre estacionamiento para mi TDI hasta la nueve de la mañana. Apuro el paso para llegar lo más rápido posible a la comisaría, donde nuevamente y de manera totalmente agradable la funcionaria que da la vez, me dice con cara de asombro, que para hoy ya no hay números, que lo intenté nuevamente el siguiente día, y que a ser posible, torture más a mi cuerpo, y procure llegar a las ocho de la mañana a Oregon y guardar cola (no me lo podía creer, y mi paciencia se estaba agotando), lamentablemente supongo que son los daños colaterales que tenemos que sufrir derivados de las altas tecnologías. Por lo menos aproveche el madrugón para dejar las fotos echas para el siguiente día.
Martes 12 de junio-3er intento: ante mi negación a torturarme una mañana más, castigando a mi cuerpo con una hora menos de rozamientos con Morfeo, decidí hacer dormida en el nº 2 de la calle Jose Angel Valente do Casar. A las 7.30 de la mañana unos gritos que ya empezaba a echar de menos, volvían a romper mi idilio con Morfeo, a pesar de ello, mi cuerpo se resistió media hora más, pero volvieron los gritos y no quedaron mas cojones que levantarse. Ducha rápida, café con leche (excesivamente cargado para mi gusto), y carrera hacía la comisaría. Cuando llegue (maldecí a mi pereza)… había por lo menos setenta personas en fila india guardando cola para colmo de mi desesperación. Por lo menos me había acordado de meter el emepetres en el bolso, por lo que estuve acompañado durante la media hora de espera por el flaco, y un par de winstons. También observe como una miserable cola, es capaz de sacar lo peor de cada persona, y cuando estaba a punto de retirar mi amado número, tres señoras que estaban por delante mía, empezaron un bananero ataque verbal entre ellas, lo que favoreció mi situación, y me permitió adelantar tres posiciones en la cola, puesto que la simpatica funcionaria que daba la vez, las mando al final de la cola. Ya tenía el nº 68, en mis manos, acompañado de la indicación de la amable funcionaria –estate por aquí a las once y media-. Un par de cafés en dos cafeterías cercanas a la comisaría, y a las once y media estaba clavado como una punta otra vez en la sección de Expedición de DNI’s. Para mi desesperación, aun andaba la cosa por el nº 60, me senté con cara de resignación, y otra vez en compañía del flaco, esperar media hora mas. Por fin llega el turno del nº 68, más rápido que Fitipaldi me dirijo hacia la mesa nº 5, donde una funcionaria pone una sonrisa maliciosa cuando le digo que el motivo de la expedición del DNI es por sustracción, y para mi mala suerte, esta me advierte que por tal motivo, se guarda la fecha de renovación del anterior, y mi próxima visita a dicha Sección será en tres años.
Salí de la comisaría con la sonrisa del niño al que le acaban de comprar unos zapatos nuevos, y con la esperanza puesta, en que la siguiente visita a dicho lugar no sea tan traumática.
Lunes 11 de junio-2º intento: me levantó temprano, dispuesto por fin a recuperar mi identidad. Llego a Oregon temprano, pero la mala suerte hace que no encuentre estacionamiento para mi TDI hasta la nueve de la mañana. Apuro el paso para llegar lo más rápido posible a la comisaría, donde nuevamente y de manera totalmente agradable la funcionaria que da la vez, me dice con cara de asombro, que para hoy ya no hay números, que lo intenté nuevamente el siguiente día, y que a ser posible, torture más a mi cuerpo, y procure llegar a las ocho de la mañana a Oregon y guardar cola (no me lo podía creer, y mi paciencia se estaba agotando), lamentablemente supongo que son los daños colaterales que tenemos que sufrir derivados de las altas tecnologías. Por lo menos aproveche el madrugón para dejar las fotos echas para el siguiente día.
Martes 12 de junio-3er intento: ante mi negación a torturarme una mañana más, castigando a mi cuerpo con una hora menos de rozamientos con Morfeo, decidí hacer dormida en el nº 2 de la calle Jose Angel Valente do Casar. A las 7.30 de la mañana unos gritos que ya empezaba a echar de menos, volvían a romper mi idilio con Morfeo, a pesar de ello, mi cuerpo se resistió media hora más, pero volvieron los gritos y no quedaron mas cojones que levantarse. Ducha rápida, café con leche (excesivamente cargado para mi gusto), y carrera hacía la comisaría. Cuando llegue (maldecí a mi pereza)… había por lo menos setenta personas en fila india guardando cola para colmo de mi desesperación. Por lo menos me había acordado de meter el emepetres en el bolso, por lo que estuve acompañado durante la media hora de espera por el flaco, y un par de winstons. También observe como una miserable cola, es capaz de sacar lo peor de cada persona, y cuando estaba a punto de retirar mi amado número, tres señoras que estaban por delante mía, empezaron un bananero ataque verbal entre ellas, lo que favoreció mi situación, y me permitió adelantar tres posiciones en la cola, puesto que la simpatica funcionaria que daba la vez, las mando al final de la cola. Ya tenía el nº 68, en mis manos, acompañado de la indicación de la amable funcionaria –estate por aquí a las once y media-. Un par de cafés en dos cafeterías cercanas a la comisaría, y a las once y media estaba clavado como una punta otra vez en la sección de Expedición de DNI’s. Para mi desesperación, aun andaba la cosa por el nº 60, me senté con cara de resignación, y otra vez en compañía del flaco, esperar media hora mas. Por fin llega el turno del nº 68, más rápido que Fitipaldi me dirijo hacia la mesa nº 5, donde una funcionaria pone una sonrisa maliciosa cuando le digo que el motivo de la expedición del DNI es por sustracción, y para mi mala suerte, esta me advierte que por tal motivo, se guarda la fecha de renovación del anterior, y mi próxima visita a dicha Sección será en tres años.
Salí de la comisaría con la sonrisa del niño al que le acaban de comprar unos zapatos nuevos, y con la esperanza puesta, en que la siguiente visita a dicho lugar no sea tan traumática.
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