sábado, 10 de febrero de 2007

Días pares, días impares

Las historias en las que siempre se muere el mismo, tienen pinta de acabar como tantas otras, con un mal final. Vuelven a las ediciones de los periódicos de mañana, los grandes titulares, Días Pares, Días Impares. Y los que pensaban que, al café del lunes vuelve la guerra fría, y al dormitorio, el pan de todos los días, eran tan solo versos, pues resulta que no, que es la jodida vida en directo y sin cámaras. Y cuándo piensan, que después de un día impar regresará al fin, un día par, se baja el telón, y con los ojos bien alegres, se envainan otro día impar.

Por eso, después de tantas muertes innecesarias, llegan a la conclusión, que mejor que otra innecesaria muerte, es una fuga, un segundo antes de la auto ejecución. Después de echar un vistazo atrás, y observar el largo recorrido, que les lleva al límite, que no les dejan más opción que abandonarse a una fuga, se mezclan emociones encontradas; alegría, decepción, celos, rabia, impotencia, cobardía… y miedo. Miedo a encontrarse nuevamente, en el principio del comienzo.

Porque en el principio del comienzo, todos los días son pares, y los titulares quedan relegados a un segundo plano, pero cuando llega el principio del final, los días son impares y los titulares, vuelven a ser Grandes Titulares, mientras esa maldita vocecita cabrona, les golpea en la sien, una y otra vez… si esto no puede ser el final, porque lo es.

...quién no habrá tenido ayer, un jodido día impar, y se levantará mañana con la esperanza de tropezarse, con un ansiado día par...

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