Un piano toca las primeras notas del corte que da título al álbum, la voz de Quique y una guitarra acústica se suman al acto y componen un precioso tributo a aquellos que se entregan a los demás al máximo sin pensar en las posibles consecuencias, esas almas perdidas que andan buscando la felicidad, ajenas al dolor y al sufrimiento, como kamikazes que se lanzan al vacío sabiendo que viven sus últimos momentos. Un adelanto perfecto de lo que va a ser todo el disco. La voz intimista se pierde entre los ecos del silencio y los acordes del piano se desvanecen en las sombras, para sumergirte en el océano de sentimientos que en adelante se va a descubrir.
"No hay vía libre, es una trampa genial.
No hay vía libre, si se divide en un par,
te obligan a que rime en un verso crucial,
ávidos por descubrir y nunca tienen límite.
Aún quieren más,
(no se permiten ir a medio gas)."
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