viernes, 15 de diciembre de 2006

Discos del siglo XXI (III)

EL VIAJE A NINGUNA PARTE.

Este viaje a ninguna parte de Enrique Bunbury puede no tener un destino concreto, pero desde luego tiene un punto de partida del que parece querer alejarse, a veces con maneras de renegado, por todos medios: el rock and roll, el hard rock, el ROCK a secas. Si en algunos pasajes de Flamingos, su anterior LP, si obviamos el proyecto Bushido, la cosa sonaba a fusión entre rock y rollo latino, en este Viaje A Ninguna Parte es el rock el que aparece en segundo plano, dejando paso al tango (Una Canción Triste), el corrido (Por un malnacido), la ranchera, los sonidos pseudo-caribeños (Trinidad), y sí, algunos toques que nos pueden llevar a Estados Unidos, y a su música de raíces, a su "country" (La Señorita Hermafrodita), y a Nueva Orleans (Carmen Jones). Pero como digo, prima todo aquello que suena desde Tijuana hasta Tierra de Fuego.

Avisados quedan pues los fans de Héroes del Silencio: Enrique no sólo no retoma ninguno de los caminos emprendidos por su ex-grupo, sino que se distancia cada vez más de todo aquello, tanto musical, como lírica, como emocionalmente. Al fín y al cabo, hace ya 8 años que la banda firmó el finiquito. Los que han seguido con gusto la carrera en solitario de Bunbury, en especial desde Pequeño hasta hoy, no hay duda de que disfrutarán del viaje que el de Zaragoza propone; aunque quizá, como le ha pasado al que esto escribe, se le haga demasiado largo y piensen que tal vez debió dejar media docena de canciones en la mesa de mezclas. ¿Cuáles? Eso es lo jodido.

Un apartado especial merecen los textos, porque nadie diría que este hombre que hoy nos habla de pulperías, de venganzas amorosas, y de la Serranía redonda de Ronda, es el mismo que firmó La Decadencia o Los Placeres de La Pobreza, el que nos habló de los vacíos inexcrutables del alma y de toda la marimorena. Poco a poco, disco a disco, Enrique se va desprendiendo de adornos florales, de requiebros y piruetas, y se expresa a las claras, como han echo siempre maestros en estas lides como Tom Waits o Leonard Cohen (a los que dedica uno de los párrafos de Los Restos del Naufragio).

El Viaje A Ninguna Parte, es un disco con una calidad que supera con creces la media del mainstream español. Enrique Bunbury, todo un personaje dentro y fuera de los escenarios. Quizá la única verdadera estrella de rock que ha dado este país, con todo lo bueno y todo lo malo que eso conlleva. Un tipo que, como su idolatrado Bowie, picotea de aquí y de allá, hace suyo lo ajeno y acaba superando los originales. Que no se acabe la racha.

Enrique Campos

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